Vinos 100% al natural, Vanessa Rolfini,

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emiliana
Lentamente crece la presencia de los “vinos orgánicos” en el mercado, una tendencia no tan nueva, pero que encontró en el discurso ecológico de estos días la plataforma para catapultarse.
Para algunos expertos los vinos orgánicos son la posibilidad de recuperar el verdadero sabor que expresa la bebida, según la región donde es producido.Especie de tabla de salvación frente a un mercado que tiende a estandarizarse u obedece a los gustos de los autores de las guías de vinos. Para otros no es más que un ardid publicitario, una nueva manera de sacar la cabeza en medio de un mercado saturado de marcas y consumidores cada vez más exigentes.
Lo cierto es que la viticultura orgánica no es asunto nuevo, lleva desarrollándose con fuerza y cierto orden desde finales de los sesenta cuando empezaron a sonar nombres como Alan York y Jimmy Fetzer, este último, aplicó dichos principios en su marca de vinos Bonterra, uno de los más emblemáticos y refinados caldos californianos.
Sin embargo, el experto chileno Patricio Tapia expresa que al entrevistar a algunos productores de vinos orgánicos y biodinámicos, encuentra similitudes en sus apreciaciones, afirma que “el cambio de los viñedos viejos a estas prácticas no había supuestos grandes esfuerzos, porque los campesinos, al parecer, ya conocían todo lo que ellos les decían, que para ellos era completamente natural, por ejemplo, que se cosechara en cierta fase lunar”.
Los vinos orgánicos son un concepto complejo, donde no basta que la vid y el viñedo sean tratados en condiciones especiales, abarca el proceso de vinificación y comercialización, incluso extiende sus límites hasta el campo de la filosofía.
Al natural
Para que un vino pueda exhibir en su etiqueta la palabra “orgánico” debe respetar y cumplir las reglas en dos grandes áreas del proceso: el viñedo y la vinificación.
En el caso del viñedo, se aplican los principios ecológicos tan difundidos en estos días, es decir, queda execrado el uso de pesticidas, fertilizantes químicos, semillas con alteraciones genéticas y aguas con tratamientos químicos. Solo están permitidos abonos naturales, levaduras indígenas seleccionadas, además de prácticas como la biodiversidad, el control biológico de plagas y un trato justo con los seres humanos involucrados en el proceso.
En el área de la vinificación, no presenta grandes diferencias con las técnicas usuales aunque están permitidos “el empleo de frío, la clarificación mediante proteínas naturales o bentonitas, la filtración con tierras filtrantes y el empleo restringido de dióxido de azufre, siendo ésta proporción prácticamente la misma que para la vinificación tradicional”, apunta la página argentina www.lasdeliciasdebaco.com.
Sin embargo, las prácticas ecológicas también abarcan botellas menos pesadas para que se requiera menos combustible en el transporte, cajas y etiquetas de papel y cartón reciclado, no se marcan los corchos al calor, pareciera que todo suma.
Viñedos Emiliana, uno de los grandes productores de vinos orgánicos del mundo ubicada en Chile, expresa en su página: El objetivo final de este tipo de agricultura es producir alimentos más sanos (…) revertir los problemas generados por la agricultura tradicional: degradación de suelos, desertificación, contaminación ambiental, pérdida de diversidad genética y presencia de residuos tóxicos en las cosechas, por mencionar algunos efectos”.
viñedo interactivo
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¿Saben igual?
En general, ningún experto en cata de vinos ha expresado que es capaz de identificar las diferencias en una prueba a ciegas. “Honestamente, no he encontrado un descriptor que me diga que un vino en particular viene de prácticas orgánicas o biodinámicas” expresa Gilberto Pagua, autor del blog venezolano sobre vinos  La Casa de Antociano.
Tapia asegura que “las discusiones sobre estos temas interesan muchísimo porque este debate es, sin duda, enriquecedor ya que ha llegado para plantear hasta dónde es cierto que el vino es un producto de la naturaleza y hasta dónde el vino es hecho sólo de uvas”.
No encuentro que el solo hecho de ser orgánico hace mejor a un vino. Como en todas las cosas de la vida, hay algunos buenos y otros que no lo son tanto. Lo orgánico enológico no es automáticamente sinónimo de calidad, sólo de más sano para el medio ambiente y de tener futuro para el planeta”, expresa al respecto Miro Popic.
Incluso la enóloga española María Isabel Mijares llegó a calificarlos de “imperfectos pero buenos para filosofar”, una definición imprecisa que no aclara el panorama y refleja las declaraciones hechas por expertos en artículos, conferencias y hasta publicaciones, cuando se inclinan a favor de la prácticas ecológicas para la elaboración de vinos, pero no inclinan la balanza por un tema de sabor y calidad.
Los vinos orgánicos han ido ocupando más espacio en un mercado, donde el consumidor final aún no aprecia diferencias. Conocedores como Tapia prevén que se quedará en el sector de los vinos “boutique”, ya que hasta 2012 apenas ocupaban un 2% de la producción mundial. Salvo casos aislados, en los anaqueles no disfrutan de una ubicación especial con respecto a las etiquetas más tradicionales, y más allá de un asunto de preferencia o “conciencia ecológica”, el mercado se mantiene ajeno a las discusiones de los expertos sobre su calidad y si vale la pena tanto esfuerzo.
Etiquetas en Venezuela
Algunas marcas presentes en el mercado local son: las etiquetas Adobe, Novas y Coyam de Viñedos Emiliana (Chile); Raza Argentina de Cooperativa La Riojana (Argentina); las líneas Q, Fuzion, Santa Julia y Zuccardi Z de Bodegas Zuccardi (Argentina); Martino de Bodegas Di Martino (Argentina) y Aragus de Bodegas Aragonesas (España).
Texto publicado en la revista Estética y Salud, abril 2014

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