Las exquisiteces más atrevidas, en el Salón de Gourmets de Madrid

Madrid, 11 abr (EFE).- Bombones de queso manchego, calabacines redondos, helado de remolacha con vinagre balsámico o chocolate al gusto de espárragos son algunas de las propuestas más atrevidas del Salón de Gourmets, una cita que este año cumple un cuarto de siglo como escaparate de las últimas tendencias gastronómicas.
La capital española acoge desde hoy y hasta el próximo jueves este salón imprescindible para los amantes del buen comer, por el que se espera que pasen hasta 80.000 profesionales del sector en cuatro días y en el que participan 1.270 expositores (casi un 7 % más que el año pasado) con 38.000 productos expuestos, de los que 1.100 son novedades.
Pero las cifras, aún altas, no reflejan el frenesí y la pasión por lo culinario que se vive en los tres enormes pabellones que ocupa el Salón de Gourmets, que unos recorren para comprar o vender producto y hacer negocios, y otros, a la caza avispada de degustaciones gratuitas.
“Por favor, no se lleven los productos expuestos, no son muestras gratuitas”, rezaba esta mañana un cartel sobre un expositor de apetitosas salchichas y embutidos alemanes.
Junto a productos ya clásicos de esta cita como el caviar iraní, las setas de mil variedades, los aceites, las conservas y el embutido, vuelve a tener un gran éxito la cata de helados de diseño: de flor de azahar, paté, café expreso de Guatemala, pimiento asado, rúcula con sal, aceitunas negras o violetas, por nombrar algunos.
También ha atraído a muchos curiosos una empresa de hortalizas a la carta que vende a través de internet desde Almería (sureste de España) y que tiene entre sus productos un divertido calabacín redondo “de sabor más cremoso y delicado, más suave pero no más caro” y que aguanta hasta dos meses en la nevera, ha explicado a Efe Oscar Puig, gerente de la empresa.

Mientras, las miradas de todos se posaban sobre un espectacular bodegón de verduras y hortalizas. ¿El secreto? Su cuidada iluminación, que dejaba muy claro que la comida empieza entrando por los ojos.
Juan Pérez, de la empresa Dulacro, ha comentado a Efe que se trata de tecnología alemana que permite lograr una iluminación para alimentos perecederos que realza los productos para conseguir “una cromática casi perfecta”, sin llegar a ser una fuente de calor que estropee la carne o el pescado.
Los chocolates son otro de los puntos fuertes de este salón. Los hay clásicos, pero también atrevidos como el chocolate con cáñamo o con espárragos que importa la empresa de Jorge Ortiz, o los bombones “quesicos” con crema de queso manchego semicurado, miel y vino tinto que exporta a Estados Unidos “La casita de los bombones”.
El “desayuno español”, apadrinado por conocidos chef como Paco Roncero -dos estrellas Michelin en su restaurante madrileño, La Terraza del Casino-, también se ha convertido en protagonista a través de una campaña para promocionar en el extranjero el sano almuerzo mediterráneo a base de pan, aceite de oliva, buen jamón, tomate, lácteos y fruta fresca.
Pero al Salón de Gourmets no sólo se va a comer, sino sobre todo a hacer negocio en un encuentro que el año pasado movió en torno a 181 millones de euros (unos 261 millones de dólares).
Este año están presentes productos de naciones de los cinco continentes: Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Bulgaria, Canadá, Colombia, EEUU, Francia, Grecia, Italia, Irlanda, Japón, México, Nueva Zelanda o Sudáfrica, entre otros, aunque el país invitado es Polonia, que promociona su charcutería, conservas, cervezas y vodkas.
Por: Lorena Cantó
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