Mi vino y yo

Me reintegro de mi navideño asueto y pienso, luego existo… siento la necesidad de escribir, de escribirte a ti, a mi vino… Mi vino querido, mi compañero silente, mi cómplice incondicional, quien ha ahogado mis penas, quien ha derramado en mí, sorbos de alegría, satisfacción y placer.   Que ha vertido gotas de sanación en mis heridas, y cicatrizado mis ratos de meditación y soledad.  A ti mi vino, dedico estas líneas.  Me fuiste leal e incondicional en momentos duros, despertaste en mí , curiosidad de saber, de cultura, de viajes, de nuevas amistades.  Me diste reconocimientos, alegrías y buenos momentos.  Por ello y mucho más te hago un merecido elogio.

En retrospectiva analizo nuestros encuentros, frecuentes a veces, dispersos otras, momentos buscados o casualmente encontrados, para compartir, saber, disfrutar, llenar de alegría y placer…. siempre has estado allí, sin juzgar, sin emitir juicio alguno… me escuchas y empáticamente sientes, me compensas con el olvido efímero, con sacarme de la perspectiva asfixiante de un problema, me lo haces ver desde otra dimensión… Mi vino, mi amigo, mi gran y fiel amigo, que saca su magia en cada sorbo, en cada copa y en cada botella. Confidente silente,compañero de viajes y aventuras,  amigo incondicional intemporal!