Hace unas pocas semanas tuvimos la fortuna de asistir por iniciativa de Distribuidora Tamayo y su representante Marcela Silva a una cata vertical de “Viña Ardanza Reserva Especial” vino de la Bodega Rioja Alta, S.A., sabiamente conducida por el Sr. Rafael Momeñe, traído especialmente para la ocasión. Disfrutamos cinco añadas diferentes, en el orden descrito a continuación: 1982,1989, 1996, 2000, y 2001. El invitado de lujo, nos hizo una breve reseña histórica de la Bodega, destacando por ser un clásico de Rioja, que se mantiene vigente en el tiempo, dando los mejores vinos a precios increíbles.
Cabe destacar, que esta Bodega se inició con el consenso de cinco familias, quienes desde 1890, producen y se dedican al negocio del vino… no en vano han logrado su fama e impecable trayectoria… experiencia, les sobra para ello. Su objetivo siempre ha sido hacer vinos de calidad, y de qué manera lo han logrado!
Tienen cuatro bodegas a saber:
1.- Rioja Alta: la primera ubicada en Cenicero, donde se inició su rito centenario, es el alma y corazón de sus viñedos. Su producción es de 5000Kgs por hectárea, sus uvas tienen 23 años en promedio, variedades: tempranillo, graciano y garnacha. Proceso de recolección manual cuidadosamente seleccionado, vinificación con extrema precaución en el proceso fermentativo y control de temperatura, tecnologías modernas amalgamadas con tradición y experiencia. Combinan ciencia y arte en cada fase del proceso de elaboración. Hacen sus propias barricas con artesanos que llevan generaciones en ello. El trasiego es maestría, donde cada barrica es un ser vivo que siente, donde la guarda en madera comprende el difícil arte de hacerse viejo. Tras conjugar tierra y esfuerzo surgen sus caldos, con identidad y expresión notables.
2.- Lagar de Cervera: D.O. Rías Baixas, producen las variedades Albariño, Loreira, Treixadura, uvas autóctonas gallegas con un microclima excepcional para dichas variedades blancas. Se siembran y cultivan en sistema de emparrados para lograr la máxima incidencia de los rayos solares para la apropiada maduración del fruto y evitar el mildiu (hongo), su recolección es manual, en cajas de 25Kgs. en procura de cuidar el fruto con cuidadosa vinificación en tanques de acero inoxidable con el propósito de preservar la frescura y frutosidad al máximo.
3.- Barón de Oña: Bodega ubicada en las laderas de las sierras de Cantabria, cultiva 50 hectáreas en la Finca de San Martín. Con 90 años de antigüedad y a 630 m.s.n.m. se logra una calidad excelsa. Se trata de vinos de pago, únicos, por sus condiciones excepcionales de clima, suelo, humedad y altitud, y tratarse de uvas propias. Utilizan roble francés y americano para sus procesos de guarda, logrando tempranillos fuertes y poderosos, con gran extracción.
4.- Áster: DOC Ribera del Duero, donde se cultivan 95 hect. de tinto del país (tempranillo) para obtener frutos singulares vendimiados a mano, con producción alrededor de 4000 Kgs por hectárea. Se realiza una selección manual artesanal. Se utilizan barricas nuevas de roble americano y francés en su justo balance. De la variedad Tinto Fino se obtienen vinos potentes, concentrados y carnosos, con alta concentración, taninos y grado alcohólico alrededor de los 14° GL. Los Reserva reflejan carácter y fortaleza domada, equilibrio y finura en su paso en boca.
VINOS CATADOS
1.- Viña Ardanza Reserva, 1982.
Añada de reconocida excelencia, compuesto por Tempranillo, Garnacha, Mozuelo, Graciano y Viura. Vino rojo teja de cuerpo medio traslúcido, límpido, nítido aún con destellos de brillo en copa, saludable a la vista, de piernas firmes que descienden pausadamente, sin prisa. En nariz nos da la floralidad propia de la garnacha, una de las variedades típicas de su composición para la data, luego ofrece uvas pasificadas amalgamadas con bouquet a cuero, sangre, tabaco, balsámicos. En boca mantiene su acidez y vivacidad, ligeramente astringente, con redondos taninos. Su aroma en boca confirma terciarios de café molido, chocolate amargo. De larga persistencia y eterno recuerdo. Vino de reflexión.
2.- Viña Ardanza Reserva, 1989. Vino tinto de color granate con destellos teja, lumínico, de cuerpo medio, semitralúcido, que ofrece en nariz aromas a cerezas en vías de pasificación, cuero y tierra húmeda, setas, sangre y mineralidad. De acidez notable, se nota su paso de tiempo en botella en la amabilidad de sus taninos, sedoso al paladar y de afable final. Su composición es de las variedades Tempranillo y Garnacha, de 13% G.L., ideal para asados de cacería, chistorras y variedad de embutidos de Salamanca.
3.- Viña Ardanza Reserva, 1996. Vino Tinto de matices atejados vivaces, brillantes, de traslúcidez impecable, igualmente compuesto de Tempranillo y Garnacha en la proporción de 75% y 25% respectivamente, nos da en nariz notas afrutadas a frutos rojos y negros confitados, acompañados de la floralidad de la Garnacha, que nos da aromas a violetas silvestres, y a vainilla dulce propia de su paso en madera; elegante en boca, con buen balance de sabores y sensaciones al paladar, de largo final. Vino de conversación que merece ser compartido con alguien especial en un momento único.
4.- Viña Ardanza Reserva, 2000. Aún cuando hablamos de un clásico de Rioja, siento que este vino se adapta a la modernidad de los nuevos tiempos sin perder sus valores… de buena cosecha, se nos presenta a la vista con mayor intensidad de color que los anteriores, más brillo y luminosidad, de color rubí con un ligero atejado en la corona, y de medio cuerpo en su desplazamiento en copa. Al olfato muestra a diferencia de los anteriores, notas mentoladas, combinadas con la fruta, cerezas confitadas, regaliz, especias dulces. En boca más corpulento y carnoso, con buen balance. Taninos vivos y educados, fresca acidez que se despide con amargura sutil. Armonía enogastronómica: Chuletillas de cordero lechal con papas asadas en su jugo.
5.- Viña Ardanza Reserva, 2001 Vino tinto de color rojo rubí intenso, vivaz, muy brillante, límpido, nítido, semitraslúcido, de cuerpo medio, con piernas musculosas que dibujan la cara interna de la copa en arcos perfectamente definidos y de lento descenso. Sus aromas a fruta roja y negra confitada, su toque mentolado y floral… su bouquet que nos recuerda al chocolate amargo. En boca es joven aún, pues destaca su grácil acidez y taninos, sin embargo se despliega al paladar con una riqueza, elegancia y balance ejemplar. De una cosecha excelsa promete larga guarda en botella para su pleno desarrollo cualitativo. Potente y soberbio, poderoso y sutil, invita a una velada de excepción. Armonía de conjunto: Este vino lo tomaría en un asador de Castilla, Segovia, España, con Cochinillo asado, chorizo de salamanca y habas de la huerta, teniendo a la vista el Acueducto Romano en compañía de ustedes, Santé!