Los amantes del vino dicen que las cuvées
Perrier-Jouët irradian encanto, delicadeza y elegancia. Pero no se trata
únicamente de un reflejo de la personalidad de Adèle Jouët; sería más bien la
evocación de la predominancia de una cepa excepcional: el Chardonnay. Es por
ello que en más de 200 años la maison
ha tenido tan sólo 7 jefes de bodega, de manera que esta cepa femenina exprese
toda su complejidad con un único objetivo: el placer de los sentidos.
Sin duda Baudelaire le habría dedicado
a la Maison Perrier- Jouët su famoso verso “aquí todo es orden y belleza, lujo,
calma y voluptuosidad”; y no habría dudado en compartir una copa del mítico
Perrier-Jouët 1874, champagne que batió todos los récords en las subastas de
Christie's en 1888, con uno de sus coetáneos y ferviente admirador de la maison, Oscar Wilde. Y quizá la ocasión
hubiese sido una de esas primeras fiestas mundanas de la Belle Epoque, cuyo espíritu
jovial y extravagante encarna la prestigiosa cuvée de la maison.
La Maison Perrier-Jouët es en primer
lugar el fruto de una unión, la de Pierre Nicolas Perrier y Rose Adélaïde Jouët
más conocida como Adèle. Cuando se conocieron, él, descendiente de una familia
de viticultores y de artesanos de Champagne, tenía veinticinco años y ella,
nacida en Normandía en el seno de una familia de comerciantes, tenía sólo
dieciocho. Sin embargo ambos se lanzan en el negocio del champagne y tan sólo
un año después de su matrimonio, en 1811, fundan la Maison de Champagne que
llevará su nombre. Tres años más tarde compran un gran caserón que se
convertirá en la sede histórica de la Maison en el nº 28 de la futura Avenue de
Champagne, los Campos Elíseos del Champagne.
Aunque todo parecía oponerse a una
empresa de este calibre en una época en la que Champagne era el doloroso
escenario del final del Imperio, y en la que en los años 1816 y 1817 tuvieron
unas vendimias catastróficas, los Perrier-Jouët lograron mantener y desarrollar
rápidamente su actividad. Por aquel entonces las cuvées Perrier-Jouët
eran ya singulares y costosas: 3,60 francos las cuvées Perrier-Jouët
frente a 1,25 francos para los champagnes ordinarios.
El intenso amor que unía a Pierre
Nicolas y a Adèle constituye en parte la razón de este éxito. Pero su
matrimonio tuvo que pasar por duras pruebas, ya que la salud de Pierre Nicolas
Perrier era extremadamente frágil. Por ello Adèle Jouët tuvo que tomar las
riendas de la maison durante por
usual convalecencia de su marido, o por sus repetidas ausencias en búsqueda de mercados
extranjeros. Por esta razón una gran parte de los libros de cuentas y de los
registros de correspondencia proceden del elegante puño y letra de la señora
Perrier-Jouët.
Hija del Siglo de las Luces, con una
sólida educación, Adèle demuestra ser una gran anfitriona para los clientes y
las relacionesde negocios que empiezan a llegar a Epernay. Los Perrier-Jouët no
dudan en poner unas habitaciones a disposición de los huéspedes de paso, tradición
que continuará hasta nuestros días con la Maison Belle Epoque.
Sea o no una coincidencia o una
relación causa-efecto por el paso del cometa Halley, 1811 es la primera añada
excepcional del siglo XIX tras los hermosos años 1802 y 1804. Estas serán
también las primeras vendimias de la Maison Perrier-Jouët. El 2 de agosto de
1819 Pierre Nicolas Perrier escribía con nostalgia que tan sólo quedaban 50
botellas en la bodega.
Perrier-Jouët es una maison enraizada en lo más profundo de
la creta de Champagne. Desde su creación se establece en el número 28 de lo que
se convertirá en los Campos Elíseos de Champagne: la Avenue de Champagne en
Epernay, la capital histórica de la denominación. Pero más allá de este aspecto
simbólico, la familia Perrier ya se encontraba arraigada en la región de
Champagne. Los Perrier eran viticultores que conocían y trabajaban la viña
desde el siglo XVII. Los registros comerciales de 1756 revelan que Pierre
Perrier, el padre del fundador Pierre Nicolas Perrier, poseía una prensa y
viñas en torno a Epernay en los pueblos de Dizy, Chouilly y Ay, viñedo que aun
hoy es propiedad de la maison.
Este arraigo a Champagne, en un momento
en el que los demás grandes nombres del champagne pertenecían a menudo a comerciantes
extranjeros, hizo que los Perrier se implicasen fuertemente en los destinos
políticos de la vida local. A partir de 1825 y durante 50 años la familia
contará con alcaldes y diputados que llegarán además a jugar un papel preponderante
en la creación de los primeros sindicatos de defensa de la denominación de
Champagne (contra los fraudes y la filoxera). Hecho importante fue la creación en
1882 del Sindicato del Comercio de vinos de Champagne. Así, desde sus
comienzos, la Maison Perrier-Jouët escribe las páginas de Champagne junto a las
de su historia.
la artesanía al servicio del arte
La perfección de un viñedo excepcional
La excelencia de la materia prima es la
principal obsesión de los Perrier-Jouët que contaban con la experiencia de todo
un linaje de viticultores. Así, a lo largo de los siglos adquirirán y
constituirán un viñedo que hoy roza la perfección según los criterios de
evaluación de la DOC Champagne. La familia trabajó sin descanso en el
desarrollo del viñedo que nunca ha dejado de enriquecer y de modelar como una
joya. Prueba de ello son, por ejemplo, sus adquisiciones entre 1840 y 1870:
compra en Ay, Mailly, así como parcelas de los chardonnays en los mejores Grands
Crus de la Côte des Blancs como Avize y Cramant, aun hoy en explotación (36
hectáreas). Tantos “tesoros” transmitidos desde hace casi dos siglos, dan
cuenta de una perennidad que constituye uno de los valores fuertes de la maison.
La maison
posee en propiedad 65 hectáreas clasificadas en un 99,2% en la escala de los Crus
(siendo el 100% lo óptimo). Esto significa que cada parcela suya se
encuentra clasificada casi exclusivamente en Grands Crus. Este viñedo
suministra la tercera parte de las necesidades de la maison y el resto se “selecciona” de los viticultores asociados
desde hace varias generaciones.
El Chardonnay, cepa floral y femenina
por excelencia, encarna la elegancia y la delicadeza que caracteriza al viñedo
de Perrier-Jouët, el cual favorece las viñas antiguas (23 años de media). La maison cuenta también con pagos de
Pinots Meuniers en el Premier Cru de Dizy: estos son los que, generosos
y afrutados, van a aportar el encanto, la redondez y la generosidad de las cuvées
Perrier-Jouët. Por último, la Casa posee Pinots Noirs en el Grand Cru de
Mailly, más frescos y delicados que los de la Montagne Sud. Estos constituyen
una buena osamenta para los Chardonnays de la Côte des Blancs sin llegar a
ocultarlos. El estilo de Perrier-Jouët es ante todo su viñedo.
Desde sus orígenes la Maison
Perrier-Jouët trabaja sólo con pequeños volúmenes. Al igual que los artesanos
que se suceden de padre a hijo transmitiéndose celosamente sus secretos de fabricación,
tan sólo 7 jefes de bodega se han sucedido durante dos siglos para privilegiar
la peculiaridad sobre el volumen. Además éstos han conseguido conservar
intactos los tesoros de la maison: la
historia de sus añadas como el Perrier-Jouët 1825, quizá el más antiguo aun existente
en Champagne.
Hervé Deschamps, Jefe de bodega desde
1993 y actual depositario de esta herencia, responde a esta filosofía de
artesanos creadores diseñando cada cuvée como una obra única, a la
manera de un artesano del vino. Al igual que un artista en su taller, Deschamps
trabaja sus ensamblajes aplicando una filosofía decididamente original
impulsada por la intuición y la experiencia. Si puede modelar, cincelar, tallar
de cerca cada uno de los Crus que formarán parte de la composición de
sus creaciones durante el ensamblaje, es porque posee una sala en la que
predominan los pequeños contenedores que le permiten trabajar parcela a
parcela. Deschamps los cata, los prueba una y otra vez hasta llegar a extraer aquellos
que formarán parte de la obra única de cada cuvée y que expresarán la
calidad óptima en torno al encanto, elegancia y delicadeza, rúbrica de estilo
Perrier-Jouët.
La originalidad de Deschamps reside en
que no practica el método de los ensamblajes previos, sino que esboza las grandes
líneas de su proyecto y a continuación elabora el ensamblaje final en un solo
impulso creativo. Un proceso que no dista tanto del artístico y al que se suma
la experiencia de un artesano. Por esta razón Perrier-Jouët será siempre una maison donde la peculiaridad siempre será
bien vista.
La conjugación diaria de peculiaridad y
perfección tiene su precio. La Maison Perrier-Jouët nunca ha aceptado
comprometer la calidad. En 1879 abandona los champagnes considerados de segunda
y tercera calidad y decide concentrarse exclusivamente en los de primera. En
cinco ocasiones la maison se niega a
producir ninguna botella por considerar que la calidad de la cosecha era demasiado
mala: 1879,1882, 1902, 1908, 1910.
Mucho antes, en 1858, la maison adopta un auténtico papel de Casa
de Lujo evitando que le usurpen su nombre en fantasiosas etiquetas.
Perrier-Jouët es así una de las primeras en estampillar los corchos de cada una
de sus cuvées con la añada y las siglas “PJ”, garantía de que sus productos
son embotellados en sus bodegas de la Avenue de Champagne. De este modo se protege
contra las falsificaciones.
Como resultado de esta exigencia las cuvées
Perrier-Jouët se vuelven míticas, obteniendo premios que hasta entonces no
se habían contemplado para un vino: en 1888, durante las subastas de
Christie's, Perrier-Jouët se convierte en el champagne más caro y más codiciado
del mundo, registrando récords de precios hasta entonces nunca alcanzados, en particular
con el mítico “PJ 1874”.
La Reina Victoria decidió algunos años
antes, en 1861, hacer de Perrier-Jouët su champagne y convertirlo en el
proveedor oficial de la corte de Inglaterra. Lo mismo ocurrirá en la corte
sueca y con el rey belga, Leopoldo I. Recientemente se han encontrado en los
archivos de la maison los pedidos de
Napoleón III o incluso los de la emperatriz de Rusia, Catalina II.
Paralelamente a
estos valores de herencia y tradición, la Maison Perrier-Jouët no duda
en dar muestra de
un espíritu vanguardista, e incluso extravagante.
La primera señal no sólo de su éxito
sino también de su espíritu creativo aparece en 1854 cuando la Casa
Perrier-Jouët hace construir en Epernay el más sorprendente y excéntrico château de la Avenue de Champagne: el
Château Perrier. Ese mismo año prácticamente reinventará el champagne para
satisfacer a su clientela inglesa, un país de exigentes entendidos a donde
había empezado a exportar muy pronto, a partir de 1815, en lugar de
concentrarse en el mercado francés.
“PJ” como ya se conocía en este
mercado, es la primera maison en dosificar
muy poco sus cuvées en un momento en el que no era nada raro que los dosages
superasen los 150 a 200 g de azúcar por litro. Perrier-Jouët crea uno de
los primeros Dry, habitualmente denominado
Brut en el año 1880.
La más llamativa extravagancia obedece al agudo sentido estético de los
descendientes de la familia Perrier-Jouët. En 1902 Henri Gallice le pide a
Emile Gallé, figura representativa de una corriente artística mal vista en su
época –el Art Nouveau– una decoración fuera de lo común para que cada botella
de Perrier-Jouët encarne la simbiosis existente entre una Maison de Champagne y
el espíritu de toda una época. El resultado final fueron las anémonas que
actualmente distinguen las botellas de la tête de cuvée de la Casa: la cuvée
Perrier-Jouët Belle Epoque. Las anémonas de Emile Gallé se convirtieron en
el símbolo de una casa que hace de la Belle Epoque –con sus fiestas
extravagantes, sus exuberantes personajes, los dandys…– una filosofía de vida y
de su corolario artístico, el Art Nouveau, un campo de expresión estética
único.
Las botellas de Perrier-Jouët se encuentran presentes en todas las mesas
del París festivo: en el Café Américain, en el Café de Paris, en Lapérouse, o
en Lucas Carton, la cena siempre se acompaña con Perrier-Jouët. Entre copa y
copa de Perrier-Jouët, Robert de Montesquiou resume el sentimiento general de
los vividores de Chez Maxim’s proclamando “Ya es bastante cruel no tener
dinero, y si encima no se puede gastar...”. La Casa Perrier-Jouët se convierte
así en la favorita de los dandys. Oscar Wilde lo reclama en prisión y no cualquiera,
sino el Perrier-Jouët 1874. “La belleza es una forma de genialidad” escribió a
modo de firma que encierra el espíritu de toda una Casa. Wilde encarna a esos
personajes exuberantes que hacen de su vida una obra de arte, que buscan
permanentemente la belleza en todas sus formas. Un dandy de una peculiar
elegancia, se convirtió en uno de los teóricos del “arte por el arte” y en la
figura representativa de los “estetas”: su celebridad llegó de la mano de su
novela El retrato de Dorian Gray, relato
de un dandy enamorado de su juventud y de su belleza y que, libre de cualquier
obstáculo, celebra las alegrías del tiempo presente y disfruta de los placeres
fáciles.
Fuertemente inspirado en las curvas y arabescos florales o quizás en la
feminidad, Emile Gallé dibuja anémonas blancas y rosas enmarcadas en oro en un
intento de expresar el bouquet, la perfección y la riqueza de las cuvées
de la maison. Estas flores evocan
también la mitología griega, la leyenda de Adonis, cuando de su cuerpo nacen
anémonas tras haber sido asesinado por Ares, celoso del amor que le prodigaba
su prometida, Afrodita. Y de nuevo una historia de pasión que remite a la de
Pierre Nicolas Perrier y Adèle Jouët.
Lanzamiento de la 1ª cuvée
Belle Epoque, con motivo de los 70 años de Duke Ellington
En 1964, añada mítica en Champagne, la maison decide crear su famosa cuvée.
El legado y la experiencia estaban ahí, sólo faltaba una botella original que
contuviese su espíritu de excelencia y extravagancia. Se desvela entonces la
obra creada por Emile Gallé para la casa a comienzos del siglo. Así nacía la cuvée Belle Epoque Perrier-Jouët.
El lanzamiento del primer millésime “1964”
de la cuvée Belle Epoque tuvo lugar
en uno de los templos de ese espíritu festivo de principios de siglo: Maxim’s.
Más tarde será en 1969 en el restaurante Alcazar con motivo de una velada por
los 70 años de Duke Ellington con los más importantes personajes de la
política, de las artes y del showbiz.
Siguiendo la tradición de peculiaridad
y exclusividad de la Maison Belle Epoque se reservó para ocasiones muy
especiales como en 1971, cuando se sirvió en una cena de gala en Persépolis,
para celebrar el 2500 aniversario de la Fundación del Imperio Persa por Ciro el
Grande.
Con motivo de su lanzamiento, 500
magnums numerados y sellados se regalaron a los mayores amantes de la maison.
La Maison Belle Epoque
Remanso de lujo y de intimidad, o el arte de
acoger
Como la cuvée Perrier-Jouët
Belle Epoque puede considerarse como un objeto de arte firmado por uno de los
maestros del Art Nouveau, la maison
decide crear un entorno excepcional para esta cuvée dedicándole la casa
histórica de la familia Perrier situada en el nº 11 Avenue de Champagne. Es por
ello que acude a dos expertos de fama internacional: Camard y Marcihac para
reunir, acudiendo a las subastas de todo el mundo, una de las mayores
colecciones privadas de Art Nouveau. Actualmente en la Maison Belle Epoque se
pueden admirar unas 200 obras (mesas, sillas, vajillas, camas, armarios,
lámparas, etc.) de los más importantes maestros del Art Nouveau: Gallé, Majorelle,
Rodin, Daum, Lalique… Lejos de querer hacer un museo, se trataba de crear una
casa llena de vida ya que entre sus paredes acogía a todos los huéspedes de la
Maison Perrier-Jouët, devolviéndoles a cada uno de estos objetos de arte su
función principal: transmitir encanto y elegancia. Esta es la esencia misma de
la Maison Perrier-Jouët: un estilo de vida y de recepción. En este ambiente
privilegiado, los amigos de la Maison comparten momentos llenos de poesía y de
fantasía entre curvas florales y arabescos femeninos. La casa, implantada en un
jardín de lo más íntimo, ofrece placeres exclusivos: una increíble historia
digna de ser contada, una decoración extravagante que merece ser vista, objetos
de arte que rozar, sabores únicos que apreciar, aromas floridos que descubrir.
Aquí todos los sentidos se encuentran maravillosamente en vilo...
En busca del
placer.
Perrier-Jouët hoy. Un champagne con reglas del arte entre encanto y
creación.
Al pedirle a Emile Gallé que rediseñase
su botella, Perrier-Jouët ha ido integrando, desde hace más de 100 años, el arte
y la creatividad a su patrimonio. Y aun hoy la maison encarna todo el espíritu de la Belle Epoque: esa búsqueda
permanente de la belleza y el placer.
De la gastronomía al evento, las anémonas
de la Maison Perrier-Jouët siguen floreciendo en las citas festivas más
exclusivas, ofreciendo a cada ocasión un toque original y continuamente
renovado, profundamente impregnado de una dimensión estética, pero siempre dedicado
al placer de los sentidos.
Distribuido por Pernod Ricard.
Ficha Técnica: Champagne Perrier-Jouët Belle Epoque 2004
Distribuido por Pernod Ricard.
Ficha Técnica: Champagne Perrier-Jouët Belle Epoque 2004
Joya de la Casa Perrier-Jouët fundada
en 1811. Esta cuvée prestige conjuga
toda la elegancia, armonía y extravagancia características de la maison. El legado y la experiencia
estaban ahí, solo faltaba una botella original que contuviese el espíritu de
excelencia y de extravagancia de la maison.
Se recurrió, entonces, al singular diseño de anémonas creado por el vitralista
Émile Gallé a principios del siglo pasado. Producto de la añada excepcional de
1964, la famosa cuvée fue presentada en
1969.
Jefe de Bodega: Hervé Deschamps
Origen: Champagne, Francia
Suelo: Arenosos y arcillosos sobre rocas cretáceas
Presentación: Belle Epoque 75 cl
Estilo: Brut
Composición: 50% Chardonnay, 46% de Pinot Noir, 4% de Pinot Meunier
Elaborado de viñedos clasificados como
99,2% en la escala de Cru Champagne, dominado por el Chardonnay Grand Cru de la
Côte des Blancs, en particular Cramant y Avize . La elegancia y la sutileza de
estos Chardonnay se ve reforzada por la generosidad y el encanto del Pinot Noir
de la Montagne de Reims, en particular de las parcelas históricas de Mailly. Para
completar el estilo, un poco de Pinot Meunier de Dizy agrega una fruta única y
completa el cuerpo de Belle Epoque.
Crianza: Maduración de 6 años antes de degüelle
Licor de Expedición: (Dosage): 9 g/L
Temperatura sugerida para beber: 8-10 ºC
Notas de Cata
Un vino totalmente
armonioso
Vista: Tentador, claro y brillante con algunos reflejos de oro.
Nariz: Típica de la Belle Epoque: fresco con frutas blancas como el durazno,
pasando a notas florales de espino y la acacia. Esto se completa con aromas
cítricos: toronja y piña, con un toque de vainilla, el primer signo de
desarrollo del vino.
Boca: La impresión inicial es intensa, sin embargo, es un vino delicado, con
un buen equilibrio entre estructura y acidez, dando armonía y elegancia.
Sugerencia gastronómica: Como aperitivo. Crustáceos, pescados y carnes blancas.
Fina cocina asiática con especies perfumadas.
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