Champagne Perrier-Jouët Belle Epoque 2004


 


 
Desde su creación en 1811, la historia de la Maison Perrier-Jouët se ha ido forjando como un mito; quizá porque el nacimiento de la maison fue el fruto de un encuentro pasional: el de Pierre Nicolas Perrier y Adèle Jouët bajo el influjo del cometa Halley, avistado por primera vez el 25 de marzo de ese año. O también porque la maison no dudó en distinguir cada una de sus botellas con anémonas del maestro vidriero Emile Gallé, figura indiscutible del Art Nouveau. Otra razón sería la calidad de las cuvées Perrier-Jouët, sólo comparable a su peculiaridad. Son solo algunas alternativas que expresan el espíritu de una maison que a lo largo de los siglos coqueteó con cierta extravahancia con la más pura tradición de Champagne.

Los amantes del vino dicen que las cuvées Perrier-Jouët irradian encanto, delicadeza y elegancia. Pero no se trata únicamente de un reflejo de la personalidad de Adèle Jouët; sería más bien la evocación de la predominancia de una cepa excepcional: el Chardonnay. Es por ello que en más de 200 años la maison ha tenido tan sólo 7 jefes de bodega, de manera que esta cepa femenina exprese toda su complejidad con un único objetivo: el placer de los sentidos.

Sin duda Baudelaire le habría dedicado a la Maison Perrier- Jouët su famoso verso “aquí todo es orden y belleza, lujo, calma y voluptuosidad”; y no habría dudado en compartir una copa del mítico Perrier-Jouët 1874, champagne que batió todos los récords en las subastas de Christie's en 1888, con uno de sus coetáneos y ferviente admirador de la maison, Oscar Wilde. Y quizá la ocasión hubiese sido una de esas primeras fiestas mundanas de la Belle Epoque, cuyo espíritu jovial y extravagante encarna la prestigiosa cuvée de la maison.

 Una historia de amor y de pasión en el corazón de Champagne

La Maison Perrier-Jouët es en primer lugar el fruto de una unión, la de Pierre Nicolas Perrier y Rose Adélaïde Jouët más conocida como Adèle. Cuando se conocieron, él, descendiente de una familia de viticultores y de artesanos de Champagne, tenía veinticinco años y ella, nacida en Normandía en el seno de una familia de comerciantes, tenía sólo dieciocho. Sin embargo ambos se lanzan en el negocio del champagne y tan sólo un año después de su matrimonio, en 1811, fundan la Maison de Champagne que llevará su nombre. Tres años más tarde compran un gran caserón que se convertirá en la sede histórica de la Maison en el nº 28 de la futura Avenue de Champagne, los Campos Elíseos del Champagne.

Aunque todo parecía oponerse a una empresa de este calibre en una época en la que Champagne era el doloroso escenario del final del Imperio, y en la que en los años 1816 y 1817 tuvieron unas vendimias catastróficas, los Perrier-Jouët lograron mantener y desarrollar rápidamente su actividad. Por aquel entonces las cuvées Perrier-Jouët eran ya singulares y costosas: 3,60 francos las cuvées Perrier-Jouët frente a 1,25 francos para los champagnes ordinarios.

El intenso amor que unía a Pierre Nicolas y a Adèle constituye en parte la razón de este éxito. Pero su matrimonio tuvo que pasar por duras pruebas, ya que la salud de Pierre Nicolas Perrier era extremadamente frágil. Por ello Adèle Jouët tuvo que tomar las riendas de la maison durante por usual convalecencia de su marido, o por sus repetidas ausencias en búsqueda de mercados extranjeros. Por esta razón una gran parte de los libros de cuentas y de los registros de correspondencia proceden del elegante puño y letra de la señora Perrier-Jouët.

Hija del Siglo de las Luces, con una sólida educación, Adèle demuestra ser una gran anfitriona para los clientes y las relacionesde negocios que empiezan a llegar a Epernay. Los Perrier-Jouët no dudan en poner unas habitaciones a disposición de los huéspedes de paso, tradición que continuará hasta nuestros días con la Maison Belle Epoque.

Sea o no una coincidencia o una relación causa-efecto por el paso del cometa Halley, 1811 es la primera añada excepcional del siglo XIX tras los hermosos años 1802 y 1804. Estas serán también las primeras vendimias de la Maison Perrier-Jouët. El 2 de agosto de 1819 Pierre Nicolas Perrier escribía con nostalgia que tan sólo quedaban 50 botellas en la bodega.

 Nacida en el corazón de Champagne

Perrier-Jouët es una maison enraizada en lo más profundo de la creta de Champagne. Desde su creación se establece en el número 28 de lo que se convertirá en los Campos Elíseos de Champagne: la Avenue de Champagne en Epernay, la capital histórica de la denominación. Pero más allá de este aspecto simbólico, la familia Perrier ya se encontraba arraigada en la región de Champagne. Los Perrier eran viticultores que conocían y trabajaban la viña desde el siglo XVII. Los registros comerciales de 1756 revelan que Pierre Perrier, el padre del fundador Pierre Nicolas Perrier, poseía una prensa y viñas en torno a Epernay en los pueblos de Dizy, Chouilly y Ay, viñedo que aun hoy es propiedad de la maison.

Este arraigo a Champagne, en un momento en el que los demás grandes nombres del champagne pertenecían a menudo a comerciantes extranjeros, hizo que los Perrier se implicasen fuertemente en los destinos políticos de la vida local. A partir de 1825 y durante 50 años la familia contará con alcaldes y diputados que llegarán además a jugar un papel preponderante en la creación de los primeros sindicatos de defensa de la denominación de Champagne (contra los fraudes y la filoxera). Hecho importante fue la creación en 1882 del Sindicato del Comercio de vinos de Champagne. Así, desde sus comienzos, la Maison Perrier-Jouët escribe las páginas de Champagne junto a las de su historia.

 Entre peculiaridad y perfección, un proceso original:

la artesanía al servicio del arte

La perfección de un viñedo excepcional

La excelencia de la materia prima es la principal obsesión de los Perrier-Jouët que contaban con la experiencia de todo un linaje de viticultores. Así, a lo largo de los siglos adquirirán y constituirán un viñedo que hoy roza la perfección según los criterios de evaluación de la DOC Champagne. La familia trabajó sin descanso en el desarrollo del viñedo que nunca ha dejado de enriquecer y de modelar como una joya. Prueba de ello son, por ejemplo, sus adquisiciones entre 1840 y 1870: compra en Ay, Mailly, así como parcelas de los chardonnays en los mejores Grands Crus de la Côte des Blancs como Avize y Cramant, aun hoy en explotación (36 hectáreas). Tantos “tesoros” transmitidos desde hace casi dos siglos, dan cuenta de una perennidad que constituye uno de los valores fuertes de la maison.

La maison posee en propiedad 65 hectáreas clasificadas en un 99,2% en la escala de los Crus (siendo el 100% lo óptimo). Esto significa que cada parcela suya se encuentra clasificada casi exclusivamente en Grands Crus. Este viñedo suministra la tercera parte de las necesidades de la maison y el resto se “selecciona” de los viticultores asociados desde hace varias generaciones.

El Chardonnay, cepa floral y femenina por excelencia, encarna la elegancia y la delicadeza que caracteriza al viñedo de Perrier-Jouët, el cual favorece las viñas antiguas (23 años de media). La maison cuenta también con pagos de Pinots Meuniers en el Premier Cru de Dizy: estos son los que, generosos y afrutados, van a aportar el encanto, la redondez y la generosidad de las cuvées Perrier-Jouët. Por último, la Casa posee Pinots Noirs en el Grand Cru de Mailly, más frescos y delicados que los de la Montagne Sud. Estos constituyen una buena osamenta para los Chardonnays de la Côte des Blancs sin llegar a ocultarlos. El estilo de Perrier-Jouët es ante todo su viñedo.

 La maison cuenta así con un pago homogéneo con cerca de 40 hectáreas de Chardonnays localizados en los míticos Grands Crus de Cramant y de Avize. Allí destacan dos legendarias parcelas: los Bourons Leroy y Bourons du Midi; tan sólo unas cuantas hectáreas de la más pura expresión de la creta de Champagne acurrucadas en el corazón del viñedo del Grand Cru de Cramant, únicamente vinificadas para una cuvée cuya peculiaridad no tiene parangón: cuvée Perrier-Jouët Belle Epoque Blanc de Blancs.

 Al igual que un artesano modelaría una joya

Desde sus orígenes la Maison Perrier-Jouët trabaja sólo con pequeños volúmenes. Al igual que los artesanos que se suceden de padre a hijo transmitiéndose celosamente sus secretos de fabricación, tan sólo 7 jefes de bodega se han sucedido durante dos siglos para privilegiar la peculiaridad sobre el volumen. Además éstos han conseguido conservar intactos los tesoros de la maison: la historia de sus añadas como el Perrier-Jouët 1825, quizá el más antiguo aun existente en Champagne.

Hervé Deschamps, Jefe de bodega desde 1993 y actual depositario de esta herencia, responde a esta filosofía de artesanos creadores diseñando cada cuvée como una obra única, a la manera de un artesano del vino. Al igual que un artista en su taller, Deschamps trabaja sus ensamblajes aplicando una filosofía decididamente original impulsada por la intuición y la experiencia. Si puede modelar, cincelar, tallar de cerca cada uno de los Crus que formarán parte de la composición de sus creaciones durante el ensamblaje, es porque posee una sala en la que predominan los pequeños contenedores que le permiten trabajar parcela a parcela. Deschamps los cata, los prueba una y otra vez hasta llegar a extraer aquellos que formarán parte de la obra única de cada cuvée y que expresarán la calidad óptima en torno al encanto, elegancia y delicadeza, rúbrica de estilo Perrier-Jouët.

La originalidad de Deschamps reside en que no practica el método de los ensamblajes previos, sino que esboza las grandes líneas de su proyecto y a continuación elabora el ensamblaje final en un solo impulso creativo. Un proceso que no dista tanto del artístico y al que se suma la experiencia de un artesano. Por esta razón Perrier-Jouët será siempre una maison donde la peculiaridad siempre será bien vista.

 La excelencia tiene un precio

La conjugación diaria de peculiaridad y perfección tiene su precio. La Maison Perrier-Jouët nunca ha aceptado comprometer la calidad. En 1879 abandona los champagnes considerados de segunda y tercera calidad y decide concentrarse exclusivamente en los de primera. En cinco ocasiones la maison se niega a producir ninguna botella por considerar que la calidad de la cosecha era demasiado mala: 1879,1882, 1902, 1908, 1910.

Mucho antes, en 1858, la maison adopta un auténtico papel de Casa de Lujo evitando que le usurpen su nombre en fantasiosas etiquetas. Perrier-Jouët es así una de las primeras en estampillar los corchos de cada una de sus cuvées con la añada y las siglas “PJ”, garantía de que sus productos son embotellados en sus bodegas de la Avenue de Champagne. De este modo se protege contra las falsificaciones.

Como resultado de esta exigencia las cuvées Perrier-Jouët se vuelven míticas, obteniendo premios que hasta entonces no se habían contemplado para un vino: en 1888, durante las subastas de Christie's, Perrier-Jouët se convierte en el champagne más caro y más codiciado del mundo, registrando récords de precios hasta entonces nunca alcanzados, en particular con el mítico “PJ 1874”.

La Reina Victoria decidió algunos años antes, en 1861, hacer de Perrier-Jouët su champagne y convertirlo en el proveedor oficial de la corte de Inglaterra. Lo mismo ocurrirá en la corte sueca y con el rey belga, Leopoldo I. Recientemente se han encontrado en los archivos de la maison los pedidos de Napoleón III o incluso los de la emperatriz de Rusia, Catalina II.

 La extravagancia: un talento creativo

Paralelamente a estos valores de herencia y tradición, la Maison Perrier-Jouët no duda

en dar muestra de un espíritu vanguardista, e incluso extravagante.

La primera señal no sólo de su éxito sino también de su espíritu creativo aparece en 1854 cuando la Casa Perrier-Jouët hace construir en Epernay el más sorprendente y excéntrico château de la Avenue de Champagne: el Château Perrier. Ese mismo año prácticamente reinventará el champagne para satisfacer a su clientela inglesa, un país de exigentes entendidos a donde había empezado a exportar muy pronto, a partir de 1815, en lugar de concentrarse en el mercado francés.

“PJ” como ya se conocía en este mercado, es la primera maison en dosificar muy poco sus cuvées en un momento en el que no era nada raro que los dosages superasen los 150 a 200 g de azúcar por litro. Perrier-Jouët crea uno de los primeros Dry, habitualmente denominado Brut en el año 1880.

 Última extravagancia… anémonas como símbolos

La más llamativa extravagancia obedece al agudo sentido estético de los descendientes de la familia Perrier-Jouët. En 1902 Henri Gallice le pide a Emile Gallé, figura representativa de una corriente artística mal vista en su época –el Art Nouveau– una decoración fuera de lo común para que cada botella de Perrier-Jouët encarne la simbiosis existente entre una Maison de Champagne y el espíritu de toda una época. El resultado final fueron las anémonas que actualmente distinguen las botellas de la tête de cuvée de la Casa: la cuvée Perrier-Jouët Belle Epoque. Las anémonas de Emile Gallé se convirtieron en el símbolo de una casa que hace de la Belle Epoque –con sus fiestas extravagantes, sus exuberantes personajes, los dandys…– una filosofía de vida y de su corolario artístico, el Art Nouveau, un campo de expresión estética único.

Las botellas de Perrier-Jouët se encuentran presentes en todas las mesas del París festivo: en el Café Américain, en el Café de Paris, en Lapérouse, o en Lucas Carton, la cena siempre se acompaña con Perrier-Jouët. Entre copa y copa de Perrier-Jouët, Robert de Montesquiou resume el sentimiento general de los vividores de Chez Maxim’s proclamando “Ya es bastante cruel no tener dinero, y si encima no se puede gastar...”. La Casa Perrier-Jouët se convierte así en la favorita de los dandys. Oscar Wilde lo reclama en prisión y no cualquiera, sino el Perrier-Jouët 1874. “La belleza es una forma de genialidad” escribió a modo de firma que encierra el espíritu de toda una Casa. Wilde encarna a esos personajes exuberantes que hacen de su vida una obra de arte, que buscan permanentemente la belleza en todas sus formas. Un dandy de una peculiar elegancia, se convirtió en uno de los teóricos del “arte por el arte” y en la figura representativa de los “estetas”: su celebridad llegó de la mano de su novela El retrato de Dorian Gray, relato de un dandy enamorado de su juventud y de su belleza y que, libre de cualquier obstáculo, celebra las alegrías del tiempo presente y disfruta de los placeres fáciles.

 Aparte de esa abundancia festiva, de esa sed de libertad, el Art Nouveau, surgido a principios del siglo pasado como reacción a la “pintura de los salones” conformista y burguesa, es todo un estilo de vida proteiforme que combina todas las disciplinas plásticas. Su objetivo es darle a cada objeto de la vida cotidiana una dimensión simbólica, emocional y estética: la vida se convierte en una experiencia estética y sensual (curvas, arabescos, circunvalaciones). De espíritu ambivalente, el Art Nouveau era a la vez una oda a una concepción alegórica de la feminidad a través de una representación idealizada de la naturaleza, pero también una profesión de fe de la era industrial en la que convergen creación, técnica y artesanado. El Art Nouveau reúne todos los valores de la Maison Perrier-Jouët, del artesanado a la búsqueda creativa.

Fuertemente inspirado en las curvas y arabescos florales o quizás en la feminidad, Emile Gallé dibuja anémonas blancas y rosas enmarcadas en oro en un intento de expresar el bouquet, la perfección y la riqueza de las cuvées de la maison. Estas flores evocan también la mitología griega, la leyenda de Adonis, cuando de su cuerpo nacen anémonas tras haber sido asesinado por Ares, celoso del amor que le prodigaba su prometida, Afrodita. Y de nuevo una historia de pasión que remite a la de Pierre Nicolas Perrier y Adèle Jouët.

 1969. El nacimiento de la cuvée Belle Epoque

Lanzamiento de la 1ª cuvée Belle Epoque, con motivo de los 70 años de Duke Ellington

En 1964, añada mítica en Champagne, la maison decide crear su famosa cuvée. El legado y la experiencia estaban ahí, sólo faltaba una botella original que contuviese su espíritu de excelencia y extravagancia. Se desvela entonces la obra creada por Emile Gallé para la casa a comienzos del siglo. Así nacía la cuvée Belle Epoque Perrier-Jouët.

El lanzamiento del primer millésime “1964” de la cuvée Belle Epoque tuvo lugar en uno de los templos de ese espíritu festivo de principios de siglo: Maxim’s. Más tarde será en 1969 en el restaurante Alcazar con motivo de una velada por los 70 años de Duke Ellington con los más importantes personajes de la política, de las artes y del showbiz.

Siguiendo la tradición de peculiaridad y exclusividad de la Maison Belle Epoque se reservó para ocasiones muy especiales como en 1971, cuando se sirvió en una cena de gala en Persépolis, para celebrar el 2500 aniversario de la Fundación del Imperio Persa por Ciro el Grande.

Con motivo de su lanzamiento, 500 magnums numerados y sellados se regalaron a los mayores amantes de la maison.

 

La Maison Belle Epoque

Remanso de lujo y de intimidad, o el arte de acoger

Como la cuvée Perrier-Jouët Belle Epoque puede considerarse como un objeto de arte firmado por uno de los maestros del Art Nouveau, la maison decide crear un entorno excepcional para esta cuvée dedicándole la casa histórica de la familia Perrier situada en el nº 11 Avenue de Champagne. Es por ello que acude a dos expertos de fama internacional: Camard y Marcihac para reunir, acudiendo a las subastas de todo el mundo, una de las mayores colecciones privadas de Art Nouveau. Actualmente en la Maison Belle Epoque se pueden admirar unas 200 obras (mesas, sillas, vajillas, camas, armarios, lámparas, etc.) de los más importantes maestros del Art Nouveau: Gallé, Majorelle, Rodin, Daum, Lalique… Lejos de querer hacer un museo, se trataba de crear una casa llena de vida ya que entre sus paredes acogía a todos los huéspedes de la Maison Perrier-Jouët, devolviéndoles a cada uno de estos objetos de arte su función principal: transmitir encanto y elegancia. Esta es la esencia misma de la Maison Perrier-Jouët: un estilo de vida y de recepción. En este ambiente privilegiado, los amigos de la Maison comparten momentos llenos de poesía y de fantasía entre curvas florales y arabescos femeninos. La casa, implantada en un jardín de lo más íntimo, ofrece placeres exclusivos: una increíble historia digna de ser contada, una decoración extravagante que merece ser vista, objetos de arte que rozar, sabores únicos que apreciar, aromas floridos que descubrir. Aquí todos los sentidos se encuentran maravillosamente en vilo...

En busca del placer.

Perrier-Jouët hoy. Un champagne con reglas del arte entre encanto y creación.

Al pedirle a Emile Gallé que rediseñase su botella, Perrier-Jouët ha ido integrando, desde hace más de 100 años, el arte y la creatividad a su patrimonio. Y aun hoy la maison encarna todo el espíritu de la Belle Epoque: esa búsqueda permanente de la belleza y el placer.

De la gastronomía al evento, las anémonas de la Maison Perrier-Jouët siguen floreciendo en las citas festivas más exclusivas, ofreciendo a cada ocasión un toque original y continuamente renovado, profundamente impregnado de una dimensión estética, pero siempre dedicado al placer de los sentidos.
Distribuido por Pernod Ricard.

Ficha Técnica: Champagne Perrier-Jouët Belle Epoque 2004

Joya de la Casa Perrier-Jouët fundada en 1811. Esta cuvée prestige conjuga toda la elegancia, armonía y extravagancia características de la maison. El legado y la experiencia estaban ahí, solo faltaba una botella original que contuviese el espíritu de excelencia y de extravagancia de la maison. Se recurrió, entonces, al singular diseño de anémonas creado por el vitralista Émile Gallé a principios del siglo pasado. Producto de la añada excepcional de 1964, la famosa cuvée fue presentada en 1969.

Jefe de Bodega: Hervé Deschamps

Origen: Champagne, Francia

Suelo: Arenosos y arcillosos sobre rocas cretáceas

Presentación: Belle Epoque 75 cl

Estilo: Brut

Composición: 50% Chardonnay, 46% de Pinot Noir, 4% de Pinot Meunier

Elaborado de viñedos clasificados como 99,2% en la escala de Cru Champagne, dominado por el Chardonnay Grand Cru de la Côte des Blancs, en particular Cramant y Avize . La elegancia y la sutileza de estos Chardonnay se ve reforzada por la generosidad y el encanto del Pinot Noir de la Montagne de Reims, en particular de las parcelas históricas de Mailly. Para completar el estilo, un poco de Pinot Meunier de Dizy agrega una fruta única y completa el cuerpo de Belle Epoque.

Crianza: Maduración de 6 años antes de degüelle

Licor de Expedición: (Dosage): 9 g/L

Temperatura sugerida para beber: 8-10 ºC

Notas de Cata

Un vino totalmente armonioso

Vista: Tentador, claro y brillante con algunos reflejos de oro.

Nariz: Típica de la Belle Epoque: fresco con frutas blancas como el durazno, pasando a notas florales de espino y la acacia. Esto se completa con aromas cítricos: toronja y piña, con un toque de vainilla, el primer signo de desarrollo del vino.

Boca: La impresión inicial es intensa, sin embargo, es un vino delicado, con un buen equilibrio entre estructura y acidez, dando armonía y elegancia.

Sugerencia gastronómica: Como aperitivo. Crustáceos, pescados y carnes blancas. Fina cocina asiática con especies perfumadas.
 
 
 
 

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