Llegó de Argentina para hacerse cargo de Numanthia, la joya
española del grupo LVMH, y encontró en sus tintos un campo donde ejercitar su
pasión por los vinos del Duero. El portugués ha encontrado en estos vinos un
sueño que cumplir.
Son dos palabras que se repiten una y otra vez en el diálogo con
Manuel Louzada, director y enólogo jefe desde 2009 de Numanthia, la
bodega propiedad del grupo Louis Vuitton Moët Hennesy (LVMH), que
cambió para siempre la imagen ruda de los tintos de Toro para ponerla en el mapa
de los vinos de deseo. En esta entrevista desvelamos el camino que le ha traído
hasta aquí y cómo ha ido evolucionando la interpretación de sus etiquetas.
La propiedad de Bodegas Numanthia pasó a LVMH en 2009, aunque los primeros
contactos tuvieron lugar unos años antes. Seguramente, la multinacional del lujo
tuvo fácil la elección. El currículum de Louzada parece ideal para hacerse cargo
de la
segunda etapa de un proyecto que vio la luz con la añada 1998,
firmado por la familia Eguren de Rioja y avalado por el poderoso
importador en EE.UU. Jorge Ordóñez. Nacido en una antigua familia bodeguera del
Douro portugués, el directivo había estudiado en España y vivido un papel
protagonista en el desarrollo del espumoso Chandon y de los tintos de finca
Cheval y Terrazas de los Andes, en Argentina, una vez que el grupo desistió de
su aventura en el cava.
Numanthia había sido recibido por el mercado estadounidense como uno
de los grandes nuevos vinos españoles, el siguiente paso en el tempranillo. ¿Fue
una gran responsabilidad tomar el timón con el cambio de
propietarios?
Tomar el testigo de un vino con este prestigio es siempre un gran desafío.
Creí que no debía hacer lo que yo sabía hacer, sino intentar entender el porqué
de las decisiones que se tomaban y a dónde conducían. Tuve la fortuna de charlar
mucho con Marcos Eguren y me sentí perfectamente identificado la primera vez que
ensamblé el vino de la añada 2006. Sentí que tenía el conocimiento científico,
aunque me faltaba la parte empírica, la experiencia.
Usted se inició en el vino en la bodega familiar, Messias, una casa
mediana celebrada por sus Oportos de perfil clásico. ¿Qué hay de Oporto en
Numanthia?
Crecí en el Douro y la pasión del vino me viene por esta conexión. Tras mi
posgrado en enología en 1996 empecé haciendo oporto y, aun cuando era un
estudiante en España, volvía allí los fines de semana para trabajar en la bodega
familiar. Después era fantástico sentarse en casa, tomando el vino con castañas
asadas en el fuego. Me encantan los
tawny de 10 y 20 años de mi
familia.
Mi abuelo me decía siempre que el mundo del vino es el mundo de la diversidad
y me enseñó esa libertad: la expresión de cada región, que los vinos sean un
reflejo del lugar de donde vienen sin estar atados a una fórmula… Eso es lo más
divertido.
Fueron casi 10 años en Argentina, entre 1999 y 2009, primero a cargo
de los espumosos de Chandon y luego de los tintos de Terrazas de los Andes y su
evolución, Cheval des Andes, una joint venture con el Château Cheval
Blanc de Burdeos. ¿Qué hay de esas aventuras en Numanthia?
Sobre todo, experiencia. Allí aprendí la precisión del ensamblaje. Tienes que
estar absolutamente pendiente de detalles muy pequeños que marcan la diferencia.
Fue un ejercicio complejo, y más viniendo de Oporto, donde catar el vino es como
que te atropelle un camión, tan lleno está de fuerza y sensaciones.
Aprendí la diversidad de los terruños y las variedades. Qué decisiones tienes
que tomar en cada momento para llegar a donde quieres, porque las escalas son
muy distintas. Los viñedos en Argentina pueden ser 200 veces más grandes y una
vendimia de Toro la podríamos hacer en medio día… Pero mi visión como enólogo
siempre ha sido la misma: no “marcar” el vino y respetar las características de
cada zona, independientemente de si es en el Viejo o en el Nuevo Mundo.
El gran momento del proyecto Numanthia inicial llegó cuando Jay
Miller otorgó en febrero del 2007 los soñados 100 puntos del Wine Advocate a
Termanthia 2004, el top de la bodega, un vino nacido de un único pago, Teso de
los Carriles. ¿Volveremos a ver otro 100? ¿Cuál es el secreto para hacer un vino
perfecto en Toro?
Soy enólogo, no hago milagros. Para hacer un vino grande es necesaria la
mejor uva que puedas imaginar,
conocimiento, pasión y cariño.
En Numanthia, el equipo de viñedo participa en todas las catas durante la fase
de elaboración de los vinos para entender cómo les afectan las decisiones que
toman en la viña. Daniel del Río, el responsable de viticultura, es mi brazo
derecho, casi como una proyección de mí mismo en cuanto a objetivos, filosofía y
forma de trabajo. Pocas veces tienes la suerte de encontrar almas gemelas, gente
que comparta contigo la visión y la pasión.
Mi visión como enólogo siempre ha sido la misma: no “marcar” el vino
y respetar las características de cada zona, independientemente de si es en el
Viejo o en el Nuevo Mundo.
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Es muy importante conseguir la máxima expresión del viñedo. Todos los
enólogos del mundo te van a decir que tiene que haber equilibrio entre la
cantidad de hojas y la de racimos y esto en Toro es crítico, porque
la
viña se expresa de forma dramática. Es vital que el racimo no esté nunca
expuesto al sol, pues puede herirlo. La forma en que cicatriza la piel
de la uva es acumulando unos taninos que pueden llegar a ser secos y agresivos.
La protección del racimo preserva la frescura ácida y la de la fruta. En
vendimia, tienes que respetar una secuencia cronológica, conectada al clima.
Tienes entre tres y cinco días para definir el momento en el que tienes la fruta
jugosa y fresca, las especias… y dos para vendimiar, a partir de ahí.
En bodega no soy muy intervencionista. Solo actúo en la
maceración en frío y en la fermentación alcohólica, más o menos, hacia la mitad,
cuando el alcohol rompe la pared celular de la uva liberando una gran cantidad
de taninos. Hemos aprendido a reducir la interacción con el hollejo.
¿Un tinto, entonces, alejado de la imagen tópica que quiere que el
Toro sea siempre poderoso y tánico?
Tenemos que entender
las distintas expresiones de cada microclima. Con unas 5.800 ha, de las que
1.600 son de viñedos viejos, Toro es una región pequeña. Los suelos arenosos no
permitieron a la filoxera entrar su momento. Debajo, una cama de arcilla retiene
la humedad y hace a la arena funcionar como una esponja. Algo perfecto en
añadas, como 2012, en la que cayeron menos de 200 mm de lluvia. Luego,
dependiendo de la zona, encontrarás más arena o más cantos rodados, que van a
modificar la expresión. La zona de La Jara, Valdefinjas y Matalobos, que supone
una franja de aproximadamente 20 kms al sur del Duero, produce unos vinos con
una fruta tipo frambuesa, grosella, algo de mora, con mucha complejidad de
especias y, en boca, con una carnosidad increíble y textura bastante grasa.
Quizás porque por la noche hay una liberación de calor por parte de estos cantos
que se han calentado durante el día. Tienes otras zonas, al norte del Duero,
como Morales, El Palo o Argujillo, más arenosas en superficie, que dan vinos con
fruta más fresca y una mayor profundidad. En los años frescos, pueden recordar
al pomelo rosa y en boca tienen mucha “sucrosidad” con una textura un poco más
delicada y taninos granulosos que no secan la boca.
¿Cómo se crean los ensamblajes?
Termanthia es un vino de pago único. Numanthia tiene tres, cuatro o cinco
componentes y, al menos, un 85-90% de cada depósito viene de una viña
individual. Estos depósitos “con identidad” se vinifican y envejecen por
separado. El ensamblaje, de alguna forma, conjunta la expresión individual de
estos terruños con la propia de Toro.
Una asignatura clave de los grandes vinos del mundo es su desarrollo
en el tiempo…
El desafío mayor del enólogo es hacer vinos que sean accesibles hoy, pero con
un potencial de envejecimiento de 20, 30 o 40 años. Termanthia es así y el 2010
estará impresionante para el 2040 pero, mientras los Termanthia buscan el
equilibrio perfecto de todos los elementos, Numanthia tiene un punto de
“tensión”. A mí me gusta con 8, 10 o 12 años, según añadas. Con demasiada
botella no va a estar peor, pero va a perder un poco este sello de
identidad.
¿Cómo ve el futuro?
Nosotros empezamos un camino pero no acaba ahí. Tenemos que seguir
evolucionando.
Mis vinos expresan una evolución personal.
También cambia la interpretación de los elementos que tienes y la idea de ese
equilibrio entre concentración y elegancia. Esta es la parte más bonita del
fantástico ejercicio creativo que es el mundo del vino. Creo que estoy en un
buen momento de madurez personal como para hacerme cargo de un vino del que,
cuando hice el primer ensayo en 2006, me dije que era
un sueño hecho
realidad.
Cata de los vinos de Numanthia, la evolución de Toro
Autor: Luis Vida. Fotos de Álvaro Fernández Prieto
Lunes, 9 de marzo de 2015
Termes, diseñado a medida para EEUU y comercializado con
éxito en España; Numanthia y Termanthia, catados en vertical y en orden
ascendente, dan lugar a una nueva interpretación de esta D.O., en la búsqueda de
finura y elegancia.
Termes 2012
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
Un tinto amable y con verdadera tipicidad de Toro. El tacto es ligeramente
terroso y tiene buen volumen, un afrutado de
cereza negra y golosinas
con un punto de roble ahumado, taninos de grano fino bien presentes y
un toque sutil de tabaco en un final fresco.
Numanthia 1998
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
La añada inicial tiene ya el color atejado típico de los vinos clásicos,
apunta evolución y ha perdido algo de carnosidad. Hay que esperarlo, porque
empieza animal y tarda en abrirse, pero mantiene su
paladar compotado de
fruta de confitería y remata con placer.
Numanthia 2003
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
Una añada
en su momento óptimo para beber pero ya no de
guarda. Tiene una boca esbelta y aromática que va a más en amabilidad y
una nariz más “oscura”, muy balsámica, de fruta negra, cacao, ciruela, cedro y
pimienta. Los taninos aún muestran cierto filo.
Numanthia 2006
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
El primero en que intervino Louzada. Más opulento y delicado en textura, algo
cálido, seco,
de formas esbeltas y con un tostado de moka a la moda de
la época. Tiene fruta negra y dulce, algo salvaje, con un toque de
almizcle, jengibre y fondos terrosos de musgo.
Numanthia 2008
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
Estructura delicada, con acidez perfecta,
más presencia de fruta y
una menor carga balsámica. El tostado fino y preciso del roble añade
chocolate negro y especias (pimienta-pimentón) en un recorrido de boca siempre
frutal y con apuntes distintivos del terruño.
Numanthia 2011
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
Es el más “paisajístico” y tiene muchas especias, flores y hierbas de monte
en un
paladar esbelto, explosivo en fruta fresca. Aún está muy joven y
los taninos son vivos, pero elegantes, y encajan a medida con un
tostado de barrica que evoca frutos secos y caramelo.
Termanthia 2006
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
Barroco en especias y maderas de toffee.
La fruta lo llena todo, con
un toque fresco y cítrico y un recorrido de boca amable, muy complejo
en sus matices, que va a más en frescura según avanza hacia un centro de pura
terrosidad con textura de ensueño.
Termanthia 2011
Tinto | Tinta de Toro | D.O. Toro
Aroma muy dulce, concentrado. Tiene una
enorme frescura de paladar
con refinamiento, los taninos granulosos bien presentes y la fruta in
crescendo en un recorrido larguísimo de gran armonía y textura
vaporosa. Una añada joven que crecerá durante décadas.