Sting practica yoga desde hace años y, al parecer, domina una técnica que le permite tener sexo durante horas con su mujer, Trudie Styler. Pero también encuentra momentos de relajación en otras actividades: produce vino, verduras y aceite de oliva en sus propiedades de la Toscana italiana y los vende a una tienda de alimentos orgánicos de las inmediaciones.
Los viñedos, dijo Sting en una entrevista, lo inspiran de un modo muy particular. Por supuesto, no es un viñedo como otro cualquiera: El suyo está plantado de acuerdo con las fases de la Luna. El concepto de plantación biodinámico predica que cada superficie de tierra es única. Además, de vez en cuando Sting también toca un poco de música ante la vid o en el sótano del lugar.
“Mi vino parece absorber esa energía y esas vibraciones”, comenta.
Vino, yoga y música. En esta faceta, Sting ha optado por caminos más tradicionales en estos útlimos años. Recientemente se dedicó a la música clásica, editó música de laúd del Renacimiento inglés y tocó con una gran orquesta. Siempre fue una especie de maestro que todo lo prueba y lo mezcla. ¿Volverá a sacar alguna vez un álbum pop? Nadie lo sabe.
Pero su pasado ya ha dado bastante para disfrutar: desde fines de los 70, cuando comenzó su gran carrera con The Police, no faltaron hits como “Roxanne”, “Don’t Stand So Close to Me”, “De Do Do Do, De Da Da Da”. Luego, a mediados de los 80, arrancó su carrera como solista y siguieron éxitos como “Fields of Gold”, “If I Ever Loose My Faith in You”, “English Man in New York”.
Tras crecer como hijo de un lechero y de una peluquera, Sting también se hizo conocido por su compromiso con el medio ambiente y en la lucha contra la pobreza.
Tiene seis hijos. Dos de ellos ya están inmersos en su propia carrera en el mundo de la música, mientras su padre, en su sexagésimo cumpleaños, celebrará 25 años como solista y partirá de gira. Presentará sus grandes hits, interpretados esta vez únicamente por una banda de cinco personas.
Por Britta Gürke
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