Un divertido grupo de Sommeliers y amigos viajeros, decidimos aventurarnos y conquistar Cartagena de Indias... Resultó ser todo lo contrario, Cartagena nos conquistó a nosotros. Verán porque...
Desde que llegamos, sentimos el afable cariño del cartaginés, quien se desvive en dar atenciones a quienes lo visitan. Nos alojamos en el Hotel las Américas Club de Playa, ubicado al norte de la ciudad, cercano a la histórica Ciudad Amurallada. El hotel en cuestión está a tan solo 10 min. del centro histórico, y goza de una infraestructura única, tiene muchos ambientes, playa, varias piscinas, para el disfrute familiar, entre amigos o si se quiere mayor privacidad, para parejas. Es muy bonito, limpio, y sus habitaciones muy confortables y bien equipadas. El servicio es muy bueno, y la comida diversa y abundante, las frutas son deliciosas... El Hotel consta de un edificio moderno que funciona como Hotel, o si prefiere se puede hospedar, en habitaciones coloniales y al mejor estilo "playeras", con balcones que bordean sus principales instalaciones. De verdad que se los recomiendo, pues es un muy buen plan para pasarla entre familia y amigos, pues se combina el disfrute vacacional de playa y piscina hasta las primeras horas de la tarde, para luego completar la estancia, con el soñado paseo histórico y mágico por la ciudad amurallada y sus encantos.
El primer día, llegamos tarde, nos instalamos y al día siguiente nos despertamos ávidos de conocer y disfrutar, desayunamos opíparamente, como reyes, pues el Hotel ofrece un gran buffet donde no faltan las frutas tropicales, y los platos típicos del lugar. Seguidamente fuimos a la playa, modesta pero con todas las comodidades, visitada por vendedores ambulantes de artesanía y cualquier cosa vendible. Con un sol radiante, disfrutamos del mar, del sol, de la buena compañía de nuestros amigos Sommeliers, y de unos oportunos y refrescantes Gin Tonics, sugeridos por nuestro Gabo.
Mas tarde, nos pusimos nuestras mejores galas para el encuentro con la ciudad amurallada. Nos disponíamos a la cita a ciegas, a conocer sus secretos, su gente, su gastronomía, su historia...
Nos tropezamos por casualidad con una Terraza deliciosa frente a uno de los Hoteles de mas prestigio de la ciudad, se trataba de uno de los Restaurantes impelables de nuestra lista, Juan Del Mar, donde hicimos nuestra primera parada pra degustar cervezas locales y ceviches con variados y frescos productos del Mar...
Estando allí, y luego de apreciar la rica gastronomía, valoramos en grupo, la cerveza más popular de colombia "Club Colombia", catamos con rigor sus diversas presentaciones, negra, roja, rubia, discutimos sus cualidades, y pedimos otras... jajajaja... un sorbo, dos, otra fría por favor!!!
Muy contentos por haber cumplido la tarea, decidimos dar un paseo en Carroza por los predios de la ciudad amurallada. Este paseo es mágico, te transporta a otros tiempos. El conductor del Carruaje, habla sin cesar, sin detenerse en que el visitante está maravillado y atónito ante tanta historia que narran las fachadas, las campanas de las iglesias, los muros que no dejan que los cuentos se pierdan... Sorpresivamente nos invadió un Mimo que llena de mas mágia aún el recorrido. Luego nos bajamos, quisimos sentir el latir de las calles empedradas, caminamos hasta más no poder, transitando sus caminos llenos de historia.
Esa noche, teníamos dispuesta una reserva en un afamado lugar llamado Club de Pesca, se trata de un restaurant descubierto, al aire libre, y con vista a los muelles del Club Nautico. El ambiente es increíble, presenta música en vivo, que ameniza el momento. Su gastronomía es variada, enfatiza los productos del mar. Frescos, bien elaborados, gustosamente preparados y bien presentados. Mi elección fue una degustación de mariscos y pescados Cartagineses, donde predominó la Langosta como protagonista, llevada de la mano de los típicos patacones... Una delicia! Armonizamos a velada con un interesantísimo vino Aleman de tipo Kabbinnet, de la variedad Riesling, fresco, ligero y aromático, que armonizaba espléndidamente con nuestra comida.
Al final de la noche, para cerrar con broche de oro, abordó al muelle un buque pirata, que ilustraba la época colonial, con atenduos de la época, música en vivo.. éste recogió a unos comensales, quienes celebraban un cumpleaños diferente...
Al día siguiente, repetimos el plan ya que creemos en que todo lo bueno hay que repetirlo!... Por eso disfrutamos nuestro día de playa, piscina, para luego volver a la ciudad amurallada. Esta vez, la caminamos, y la caminamos, la descubrimos en cada recoveco, nos tomamos fotos y fotos, sintiendo su mágia, viviendo su gente, su artesanía, sus encantos..
Agotados y fascinados llegamos al Café del Mar, lugar en que desde las alturas de la muralla se aprecia una vista única de Cartagena, de su entorno, sus monumentos, y nos dió uno de los atardeceres más bellos que he visto y disfrutado jamás. Por lo cual, lo recomiendo a esa hora!. Allí nos bebimos unos riquísimos cócteles, conversamos hasta muy entrada la noche, escuchando música Chill Out de fondo, en un entorno maravilloso!
Era ya el tercer día, volvimos a repetir nuestro perfecto plan matinal, para luego seguir dejandonos seducir por Caratagena. Esta vez decidimos caminar por fuera de la ciudad amurallada, vivir su realidad cotidiana, respirar su habitualidad. Conocimos la Plaza de la India, patrona de Cartagena, y el fortín de San Felipe, que sigilosamente vigila y resguarda aún la ciudad desde las alturas.
Tomamos una sesión de fotos increíble, con el atardecer, la puesta de Sol y los monumentos más emblemáticos de Cartagena, La Catedral, El Reloj, El Campanario, La vista alejada de la ciudad desde el Centro de Convenciones, El teatro de Cartagena al mejor estilo de la época...
Llegamos a donde Socorro! Lugar antológico, folklórico, típico, lleno de recuerdos y de comida auténtica y local, atendido por la propia Socorro, quien desde niña tras los fogones deja historia en cada preparación. Su ajiaco (sopa con pollo, papa, cilantro, zanahoria, maiz..) es sensacional, los patacones de caerse pa´atras!!! Nos acompañó otra vez, la sabrosa cerveza Club Colombia, bien fría... la merecíamos después de la extenuante jornada...
Esa noche comimos otra vez! Y es que parte de la buena vida es indudablemente, saber comer, y conocer de la gastronomía de cada lugar.
Visitamos el Rest. Palo Santo, dentro de la ciudad amurallada. Una genial propuesta gastronómica mediterránea y árabe, en un bonito y acogedor lugar.
Al día siguiente, sin querer irnos, disfrutamos del Hotel, volvimos a la Ciudad Amurallada, que nos despedía con un hasta pronto.
Para cerrar, esa noche, entre amigos, conocimos el tildado del mejor restaurante de Cartagena, La Langosta, donde la propuesta rinde honor a su nombre, haciendo gala de mil maneras ricas de comerla, disfrutarla y saborearla.
Bebimos unas cuantas botellas de Anakena Viognier 2009, que con su complejidad aromática, su mineralidad y riqueza en boca, nos hacía suspirar de placer...
Gracias Cartagena por recibirnos, por conquistarnos, por permitirnos trasportarnos a tus tiempos que son eternos.
Salud amigos!